viernes, 17 de noviembre de 2017

San Miguel de Lillo

La iglesia prerrománica asturiana de San Miguel de Lillo la mandó construir Ramiro I (rey, 842-850). Se desconoce quién fue el arquitecto, pero se acepta que fue el mismo que levantó Santa María del Naranco dado que San Miguel de Lillo fue la iglesia palatina del complejo palaciego del Naranco, a las afueras de Oviedo, capital del Reino de Asturias. Fue consagrada el 23 de junio de 848. En un principio estuvo dedicada a santa María y san Miguel, pero desde 908 su advocación fue la de san Miguel Arcángel, al que se rendía culto en la península Ibérica desde el siglo VII.

El rey de Asturias Ramiro I mandó construir San Miguel de Lillo en 842 como iglesia palatina del complejo de Santa María del Naranco. Se consagró en 848.
  

La estructura original estaba compuesta por una planta rectangular de 19,70 m. de largo por 10,05 m. de ancho, con tres naves de cuatro tramos, la central de doble anchura que las laterales, tres ábsides planos, rectangular el central y cuadrados los laterales, y un pórtico interior que soporta una tribuna a la que se accede por dos escaleras laterales. La altura de la nave central alcanza los 11 m. y la de las naves laterales los 8 m. Sin embargo, sólo se conserva aquello que permaneció en pie tras el corrimiento de tierras sucedido en 1115, es decir, el vestíbulo y el primer tramo de las naves. Se construyó un muro de cierre con materiales recuperados del derribo.

Planta de San Miguel de Lillo. En negro lo que quedó en pie tras el corrimiento de tierras de 1115. La planta era basilical de tres naves con ábsides planos en la cabecera.

  
San Miguel de Lillo carece del vestíbulo exterior, típico de las iglesias prerrománicas asturianas.

La fachada occidental tiene una altura de 9 m. hasta la divisoria de aguas de la techumbre. Se accede a través de una puerta en arco de medio punto con dovelaje de ladrillo. Sobre ella un vano cegado en parte y una celosía geminada en su parte inferior ilumina la tribuna real. En los lienzos laterales sendas celosías iluminan los accesos a la tribuna. Los contrafuertes no se corresponden con columnas en el interior.

De las fachadas septentrional y meridional sólo se puede observar el primer tramo de la construcción original. Se cuentan tres contrafuertes que tienen su correspondencia en otras tantas columnas en el interior.

La nueva cabecera se hizo con posterioridad al derrumbe de 1115. Es plana y en sus extremos norte y sur se apoya en arquerías que se sostienen en semicolumnas con dovelaje de ladrillo.

El vestíbulo está cubierto con bóveda de cañón. Sobre él se dispone la tribuna regia a la que se accede por dos escaleras. Se cubre con bóveda de cañón. Tiene dos puertas con arcos de medio punto a cada lado que la comunican con las dos estancias laterales, que los reyes utilizaban para descansar durante las celebraciones. Sobre la tribuna una pequeña estancia, que no tiene acceso.

Las bóvedas de las naves son de cañón, la de la nave central se dispone longitudinal, mientras las laterales en sentido perpendicular a la de la nave central. Descansan sobre gruesas columnas y no sobre pilares, que era tradición en la arquitectura prerrománica asturiana. Sobre las columnas se asientan sarcos fajones y perpiaños. A las columnas les corresponden sendos contrafuertes exteriores. La nave central recibe iluminación del exterior a través de una celosía en forma de rosetón.

Las cubiertas son a dos aguas. La cubrición original era tegulae romana e ímbrices.

Para la construcción de San Miguel de Lillo se utilizó el sillar para las esquinas y los contrafuertes, el sillarejo para el resto, el ladrillo en las dovelas de algunos arcos y la piedra toba para las bóvedas.

Es de destacar la decoración escultórica de San Miguel de Lillo, que denota una doble influencia bizantina y lombarda. Las jambas son monolíticas y están decoradas con relieves de temática circense, que reproducen un díptico de marfil bizantino del cónsul Aerobindus, de 506. Las columnas están decoradas en la basa con relieves de los cuatro evangelistas y sus motivos zoomórficos bajo arcos y los capiteles con motivos geométricos. Los arcos y las enjutas están decorados con roleos. El altar presenta una decoración en forma de hojas de hiedra; después del derrumbe se trasladó al mirador sur de Santa María del Naranco, hoy se encuentra en el Museo de Oviedo. El sogueado prerrománico asturiano se repite en distintas partes de la iglesia.

Las jambas de la puerta de acceso a San Miguel de Lillo están decoradas con relieves escultóricos que muestran imágenes de temática circense.

  
El interior de San Miguel de Lillo está decorado con pinturas murales. Los motivos son geométricos y antropomórficos. Las figuras humanas son las primeras en la pintura española y no se volverán a ver en la arquitectura ramiriense. Las figuras son antinaturalistas, desproporcionadas y hieráticas, con el rostro ovalado. Predominan los coloras amarillo, rojo y verde.

Las pinturas de San Miguel de Lillo muestran las primeras figuras humanas de la pintura española.

  
San Miguel de Lillo debe su importancia a haber formado parte del complejo palatino de Santa María del Naranco, utilizar columnas como soporte y no el pilar prerrománico asturiano y exhibir las primeras figuras humanas de la pintura mural española.

En 1850 Andrés Coello dirigió las obras de conservación y restauración que sirvieron para recuperar el aspecto original de San Miguel de Lillo. En 1985 el Ministerio de Cultura lo declaró Monumento Nacional y la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. En 1990 el Instituto Arqueológico Alemán reconstruyó su planta original. En 2011 se llevaron a cabo obras de restauración.

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