viernes, 3 de febrero de 2017

Juan van der Hamen

Juan van der Hamen (Madrid, 1596-1631) fue un pintor barroco. Se le reconoce por sus bodegones y floreros, pero también pintó cuadros religiosos, mitológicos y retratos. Se formó en Madrid y se integró en los ambientes más cultos de la Corte. Recibió la influencia de Juan Sánchez Cotán y Frans Snyders, además hizo suyo el naturalismo italiano de Vicente Carducho.

Concluyó su formación en 1615. El primer encargo que recibió y del que se tiene noticia lo llevó a cabo en 1619; se trataba de un bodegón “de frutas y caça” para la Galería del Mediodía del Palacio del Pardo. En 1627 fracasó en su intento de obtener plaza como pintor del Rey, pero en 1630 entró al servicio del cardenal-infante don Fernando como pintor de su Real Casa.

Juan van der Hamen destacó en el género del bodegón por encima de cualquier otro. Sus bodegones, como toda su producción, se caracterizan por la precisión técnica, las composiciones ordenadas, el uso de un foco de luz dirigida hacia aquello que quería destacar en contraste con las zonas de sombra y el protagonismo de los dulces.

Bodegón con cesta de frutas y plato de cerezas (hacia 1620). El bodegón fue el género favorito de Juan van der Hamen y en el que más sobresalió.
  

Son muchos los bodegones de Juan van der Hamen que destacan por sus calidades. Uno de los primeros es Bodegón con cesta de frutas y plato de cerezas (hacia 1620). Dentro de un marco sobrio, se aprecian las texturas del mimbre de la cesta y de la piel de las frutas. La luz ilumina el primer plano y la sombra llena el fondo del cuadro.

En Bodegón con dulces y recipientes de cristal (1622), los objetos se disponen en zigzag sobre una repisa estrecha. La luz se refleja de manera magistral sobre el vidrio y el aguamiel de uno de los recipientes. Las calidades de los higos confitados y las pastas son sobresalientes. El barquillo sobresale de la repisa lo que permite subrayar su escasa profundidad.

Bodegón con dulces y recipientes de cristal (1622) se ajusta al bodegón característico de Juan van der Hamen por contener dulces.

  
Cesta y caja con dulces (1622) es quizá el bodegón de más calidad de los que pintó Juan van der Hamen. Sobre un alfeizar se disponen, de izquierda a derecha, dos cajas circulares de madera superpuestas, de distinto tamaño, que hacen de soporte a un tarro de miel, una cesta, que ocupa el centro de la escena, es de mimbre con tres tipos de entrecruzados, colmada de dulces y pastas y fruta confitada, y dos tarros, uno de madera con forma de barrilete. Todos los elementos destacan sobre el fondo oscuro gracias a recibir la luz procedente del exterior, el foco de luz está a la izquierda del cuadro, lo que permite que los objetos proyecten su sombra sobre el alfeizar y muro derecho del vano. La técnica depurada de Juan van der Hamen se aprecia en las texturas de los objetos y los dulces y en el detalle de las muescas en el muro del alfeizar, lo que da más verosimilitud a la escena.

Cesta y caja con dulces (1622) está considerado el mejor bodegón de Juan van der Hamen. Llama la atención por su realismo en las texturas de los objetos y los alimentos.
  

En Bodegón con cardo, hortalizas y paisaje nevado (1623) los objetos se disponen en alturas diferentes, la profundidad del alfeizar viene marcada por las zanahorias que sobresalen y por el vano que deja ver un paisaje de invierno. La influencia de Juan Sánchez Cotán en Juan van der Hamen se reconoce en la figura del cardo; contrastan las zonas de luz y de sombra, el foco de luz principal es el cardo, pero también el blanco de la nieve.

En Bodegón con cardo, hortalizas y paisaje nevado (1623) se reconoce la influencia de Juan Sánchez Cotán en Juan van der Hamen.


Florero y bodegón con perro (1625). Juan van der Hamen también destacó como pintor de floreros.

  
Otro género próximo al de los bodegones que Juan van der Hamen cultivó con éxito fue el de los floreros, aunque en ocasiones aparezcan acompañados de bodegones. Destacan Florero y bodegón con perro (1625) y Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio (1627). En el primero, el florero es el eje de la composición, aparece flanqueado por unos recipientes de vidrio y un plato con dulces, las baldosas del suelo dan más profundidad al espacio y permite introducir en la composición la figura de un perro. El segundo se estructura en tres niveles, aparecen dos floreros acompañados por unas alcachofas, un plato de cerezas y un objeto de cristal, las flores ponen la nota de color y destacan sobre el fondo oscuro.

Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio (1627).


En Retrato de un enano (hacia 1626) Juan van der Hamen trató de dignificar al personaje vistiéndolo con ropas lujosas.

  
Juan van der Hamen cultivó el género del retrato. Los personajes aparecen con un semblante severo. Entre los pocos retratos que se conservan hay que citar Retrato de un enano (hacia 1626), que se ajusta al modelo de retrato cortesano; el personaje aparece vestido con ropas lujosas, porta una espada de caballero y bastón de mando, se trata de resaltar su nobleza por encima de su condición física; la figura destaca gracias a la disposición de un foco de luz elevado.

Uno de sus últimos retratos, y a la vez bodegón, es Vendedora de pescado (hacia 1631), donde ella cruza la mirada con un niño que da la espalda al espectador; cierra la escena otra mujer; la gama de colores es escasa y en tonos oscuros, lo que permite resaltar el rostro lechoso de la vendedora. Otros cuadros de este género son Retrato de Francisco de la Cueva (1625), de medio cuerpo, y Retrato de Catalina de Erauso, la Monja Alférez (1626).

Juan van der Hamen apenas pintó cuadros mitológicos. Destaca Ofrenda a Flora (1627). Se trata de una alegoría de la primavera. La diosa Flora aparece sentada mirando al espectador, mientras un niño le ofrece un cesto de rosas; ambos visten a la moda de la época; en primer plano, a los pies de Flora, destacan las muchas flores coloristas que hay. El fondo se cierra con una escultura clásica en un jardín. La luz ilumina a Flora y al niño, mientras que el resto del lienzo queda en la penumbra. La gama de colores es escasa, blancos, dorados y rojos destacan sobre el pardo predominante.

Ofrenda a Flora (1627) es una alegoría de la primavera, y el cuadro mitológico más representativo del Juan van der Hamen.

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