sábado, 17 de septiembre de 2016

Fachada del Obradoiro, de Casas y Novoa

Fernando Casas y Novoa (Santiago de Compostela, 1670-1750). Se formó como arquitecto con fray Gabriel de Casas en la catedral de Lugo. En 1711 fue nombrado maestro de obras de la catedral de Santiago de Compostela. Se convirtió en uno de los arquitectos del barroco más destacados gracias a la capilla de Nuestra Señora de los Ojos Grandes de la catedral de Santa María de Lugo (1726), la portada principal del monasterio de San Martín Pinario (1743) y a la fachada del Obradoiro de la catedral de Santiago de Compostela (1749).

La fachada del Obradoiro debía de cumplir cuatro funciones:
  • Proteger el Pórtico de la Gloria de las inclemencias meteorológicas que lo estaban deteriorando.
  • Permitir la iluminación del nártex catedralicio.
  • Integrar la catedral en la estructura urbana de la plaza.
  • Recibir la escalinata que estaba por terminar.

Para su construcción se eligió el granito, muy abundante en Galicia, y el vidrio.

La fachada del Obradoiro es simétrica y está compuesta de tres cuerpos: el central y dos torres que lo flanquean.

La fachada del Obradoiro se ha convertido en icono del barroco español.
Su construcción se inició en 1738 y se concluyó en 1749.


El cuerpo central presenta una estructura piramidal; columnas gigantes de orden corintio y fuste estriado lo dividen en tres calles y una cornisa en dos niveles. En el nivel inferior se cuentan tres puertas de acceso. La central, adintelada bajo arco de medio punto, que hace las veces de arco de triunfo, y dividida en dos por un mainel, que actúa de eje de simetría de toda la fachada. La decoración sobre la clave del arco y en las enjutas es de carácter heráldico. Las puertas laterales son de pequeño tamaño; sobre ellas aparecen ventanales alargados en arco de medio punto. En el nivel superior, las calles laterales están ocupadas por ventanales en arco de medio punto, igual que la central, que acoge dos ventanales, separados por una cornisa, el inferior en arco de medio punto y el superior en arco escarzano. Culmina el cuerpo central de la fachada una espadaña cubierta de esculturas: en lo más alto, bajo hornacina perforada en arco de medio punto coronada con frontón curvo partido, una escultura del apóstol Santiago como peregrino; a sus lados dos parejas de ángeles con la cruz de la Orden de Santiago; por debajo, cobijadas en sendas hornacinas de medio punto, sus discípulos Atanasio y Teodoro, como peregrinos; ambos flanquean una urna, representación del sepulcro del apóstol Santiago, y una estrella, representación de las luminarias que vio el ermitaño Pelayo; urna y estrella aparecen rodeadas por ángeles y nubes.

Las torres son idénticas en su estructura. A medida que ganan altura se van estrechando y aligerando; la parte superior aparece perforada. Están rematadas por chapiteles. Los cuerpos de las torres están recorridos por pilastras de fuste estriado y vienen marcados por cornisas y balaustradas. En la torre norte o de las Campanas aparece la imagen de Salomé y en la sur o de la Carraca la de Zedebeo, padres del apóstol Santiago. Además, en el bloque de refuerzo de la torre de las Campanas se reconocen las esculturas de Santiago el Menor y santa Bárbara y en el de la torre de la Carraca las de santa Susana y san Juan.

La fachada del Obradoiro muestra algunas de las características que son propias de la arquitectura barroca:
  • Verticalidad, reforzada por el progresivo estrechamiento de los tres cuerpos que la componen.
  • Ornamentación, con predominio de la línea curva.
  • Luz y movimiento, con elementos estructurales y decorativos dispuestos en distintos planos de profundidad.

La fachada del Obradorio fue criticada por los contemporáneos; no eran partidarios de “esconder” un templo románico tras un “retablo” barroco. Sin embargo, el paso del tiempo ha convertido la fachada del Obradoiro en icono de la arquitectura barroca española.

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